Como no acordarnos de nuestras primeras experiencias durante el desarrollo del juicio oral (etapa de juzgamiento), ya sea como abogado defensor o como parte de una institución (Fiscal). Durante estos años, hemos sido testigos de múltiples anécdotas, tanto pre como post pandemia.
Prepandemia, por ejemplo, el olvido de carpetas fiscales o la confusión en el traslado de las mismas (se llevaba a juicio la 753-2019 en vez de la 753-2018). Post pandemia, situaciones como ingresar el enlace de manera inadecuada previo al juicio (ya sea por error del juzgado al ponerla de conocimiento en su resolución o del fiscal al momento de ingresarla).
Todo ello es subsanable y, en cierta medida, comprensible, entendiendo que nuestra naturaleza humana nos lleva a cometer errores, los cuales pueden ser subsanados, corregidos y, en todo caso, ser motivo de aprendizaje.
Sin embargo, lo que no tiene justificación, ni de manera excepcional, es que un fiscal o abogado acuda a juicio a ciegas, sin tener lista su teoría del caso, o sin el mínimo respeto a las partes (investigado, agraviado, juez), llegando incluso a desconocer las etapas del proceso y, dentro de la etapa de juzgamiento, cómo se desarrolla el juicio oral, incluidas las técnicas del interrogatorio, como por ejemplo.