El declive de la democracia se produce de dos maneras o ritmos: uno rápido, a través de un colapso autoritario, y otro lento, mediante una erosión democrática. El colapso tiende a desembocar en una forma de gobierno autoritario, mientras que la erosión lleva gradualmente a autoritarismos competitivos. En estos últimos, los pilares fundamentales de la democracia se desvanecen progresiva pero significativamente.
Por un lado, el colapso democrático suele ser provocado por golpes militares y es menos frecuente en países con economías estables, democracias consolidadas y sociedades homogéneas. Por otro lado, la erosión democrática, más habitual que el colapso, se distingue por cambios discretos pero profundos que deterioran la calidad democrática, afectando tanto al régimen legal como a sus instituciones.