Dios creó al hombre (y a la mujer a su imagen y semejanza). Todos y cada uno de los mortales tienen semejanza con su Creador y Omnipotente. Si alguien tiene duda, le queda otra posibilidad, la de reflexionar sobre la naturaleza, en cuya entraña nace, crece, desarrolla el ser social, dotado de espíritu y materia. La discusión está siempre presente, sobre cuál aparece primero en la faz de la tierra: la materia o el espíritu; el lector sabio se inclinará por la racionalidad, y quien no posee tal virtud seguirá dudando de la realidad.

La naturaleza nos enseña que el ser humano desde su procreación es perfecto. Dios no corrobora ese hecho, quizás lo hace solo por misericordia, para que sus hijos se comportan dentro de la racionalidad. En la realidad que muchos desconocen, la ambición económica y política de los mortales se dividen a los hombres en dos situaciones: el avaro y el generoso. ¿Usted, dónde se ubica?

El avaro contribuyó a la edificación y construcción de las cárceles, sobre la personalidad generosa de sus congéneres. El generoso va a prisión porque en su pensamiento no está cimentada la maldad, su idea es ajena a esa invirtud. El avaro no se limita a construir prisiones, avanza más allá, las llenas de generosos inocentes, a quienes se les dificulta reeducar, rehabilitar y reincorporar, como expresidiarios, a la sociedad.

Las cárceles construidas por los adinerados que ostentan poder político y económico son pobladas por los humildes que carecen de todo poder. El poder legal que está en el ordenamiento penal jurídico no lo leyeron los administradores de justicia ni los defensores de la legalidad y si lo leyeron, no está técnicamente interpretado. Por esa razón suficiente, el generoso seguirá pernoctando en las frías cárceles. Esos establecimientos penitenciarios tampoco están técnicamente administrados.

Estas y otras versiones están incorporadas en la presente obra del doctor Juan Abraham Ramos Suyo, quien hace énfasis en la necesidad de que los internos deben automotivarse en pro de su reeducación, rehabilitación y reinserción a la sociedad. Este objetivo solo es posible con la puesta en práctica de una eficiente y eficaz administración penitenciaria, motivadas por los profesionales especializados.